Friday, July 11, 2014

Morir en una cola por croquetas

Morir en una cola por croquetas
¿Por qué tanta gente opta por descargar su ira, su frustración, su
desesperanza y malestar, agrediendo al otro, que generalmente comparte
sus mismos problemas?
jueves, julio 10, 2014 | Eliecer Ávila

LA HABANA, Cuba -Recientemente, mientras esperaba para comprar un
churro, vi a una madre recriminar, sacudir y golpear a su hijo de 6 años.

El motivo, gritado una y otra vez, era que otro niño le había dicho
algún nombrete en la escuela y este no le había respondido en la forma
"que merecía".

Según la madre, su hijo debió "coger el lápiz y enterrárselo en el brazo
o en la espalda… o por un ojo… o por donde seaaaa". Sino "meterle una
silla por la cabeza y despingarlo de una sola vez, para que lo respeten,
cojoneeee".

De no ser así, "ese loco va a seguir inflando…". Los que estábamos en la
cola del churro nos quedamos fríos, intercambiamos miradas de horror,
miramos al niño con lástima por tocarle esa "madre" en la vida. Pero
cuando nos disponíamos a comentar el hecho, la vendedora se adelantó a
rematar: "Así es como debe ser, yo al mío le digo lo mismo, y si el
padre del otro sale a reclamar, que venga el padre del mío cuando salga
de pase del "combinao" (Prisión Combinado del Este) y le meta dos tiros
y pal carajo… si ya él está allí por eso, da lo mismo uno que dos, hay
que ser hombre ante tó…"

Me fui sin esperar el churro… Tres días después, vengo tranquilamente
para la casa por la calle Esperanza, contento de haber encontrado
huevos. Y ante mí se arma una corredera con gritos y en segundos se
llena la calle de gente curiosa. Volteo y me percato de que un muchacho,
que acababa de ver jugando dominó en un pequeño parque, tenía acorralado
a otro y levantaba un gran machete espalmado.

El desarmado intentó correr y salió con varios planazos en la espalda y
dos dedos cortados. Acto seguido, ya habían llegado los primos y las
mujeres de las familias en pugna y hubo que esconderse por la lluvia de
piedras.

Le pregunto a dos jóvenes que se ocultaban junto a mí en la esquina de
un estrecho callejón por el motivo de la pelea y vuelvo a escuchar la
frasecita de la madre del niño: "un loco ahí que se puso a estar
inflando y se la buscó, pero ese está sentenciao, el Yabó lo mata fijo"…

Ayer la calle Armonía, caliente de nuevo… "lo voy a reventar" escuche de
lejos, pero no me detuve… En unos meses ya un celoso apuñaló a una mujer
en pleno día y le pegó candela luego a la casa para suicidarse junto al
cadáver de su "amada". Otro muchacho apareció muerto de una puñalada.

En fin, no hace falta una prensa roja para enterarte de lo que está
pasando a solo unas cuadras de distancia. Lo cierto es que la frecuencia
e intensidad de estos hechos de sangre han experimentado un notable
aumento. Y ese aire de agresividad se respira en todos lados.

En las guaguas sobre todo, es difícil completar un recorrido sin
presenciar un forcejeo o una pelea a insultos y frases amenazantes. Es
como si masivamente, estuviéramos experimentando una pandemia de "la
copa llena", donde cualquier gota derrama la violencia. Los rostros
serios, cansados, obstinados ensombrecen los escenarios de la vida
cotidiana, matizada en buena medida por la competencia para acceder a lo
insuficiente.

Mi duda ante esta situación (no sé si me la debe aclarar la
antropología, la sociología o la psicología) es la siguiente: ¿Por qué
tanta gente opta por descargar su ira, su frustración, su desesperanza y
malestar, agrediendo al otro, que generalmente comparte sus mismos
problemas?

Por qué muchos son capaces de quitarle la vida a alguien o perder la
propia con tanta facilidad, y no se atreven a mirar hacia arriba y
defender pacíficamente, con esa valentía, con ese ímpetu, la posibilidad
de vivir dignamente, con menos tenciones y estrés. A mí alrededor es
casi más fácil encontrar quien levante un machete o entierre un
cuchillo, que alguien que reclame un derecho.

Cierto periodista me preguntó un día si no tenía miedo a terminar como
Oswaldo Payá, en los días de su polémico deceso. Sentí un incómodo
escalofrío. Luego respondí convencido: "Lo que verdaderamente me aterra,
es morir en una pelea, por pisar a alguien sin querer, en una cola para
comprar croquetas".

Source: Morir en una cola por croquetas | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/morir-en-una-cola-por-croquetas/

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