Tuesday, April 9, 2013

René no cabía en Tampa

René no cabía en Tampa
Martes, Abril 9, 2013 | Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Hace un año que despedí a mi
vecino René Lugo Armenteros en el portal de su casa, maleta en mano
para marchar a Estados Unidos. Me confesó al oído que se quedaría
definitivamente en Tampa, donde viven su hija y su nieto. Me alegré por
él, porque viviría tranquilo, bien cuidado y alimentándose como Dios manda.

Pero hace unos días me dijeron que René había regresado a Santa Fe, que
de nuevo estaba en su casita de la loma, en la calle 308, con sus chivas
y chivos para el sustento, las que había dejado al cuidado de su
hermano, y que no regresaría más a Tampa, una bella ciudad situada en
la costa oeste de la Florida.

Hoy pasó por mi casa, en su vieja bicicleta rusa y se bajó a contarme.

René no cabía en Tampa. Así me dijo con los ojos húmedos por el llanto y
una expresión patética en el rostro.

"Aquello es para la gente joven. Si llego a imaginarme que me iba a
sentir preso en la casa de mi hija, no hubiera ido. Ni siquiera me
acostumbré a la "sazón completa" que se usa allí para condimentar la
comida. Empecé por extrañar el ají cachucha para los frijoles negros, el
amanecer con mis chivas llamándome para el ordeño, mi casita en lo alto
de la loma desde donde casi veo a Santa Fe completa y sobre todo mi cama.

"Fue una experiencia interesante. El gobierno de Estados Unidos me trató
como un rey: una buena mesada en efectivo, además de un subsidio mensual
que me acreditaban a una tarjeta para adquirir mis alimentos y un seguro
médico. Pero aun así, la nostalgia era tanta, que apenas podía dormir,
pensando que mis chivas se me morían, porque no tenían a su amo.

"En dos o tres ocasiones me sentí tan angustiado, que caminaba el día
entero por todo Tampa, casi hasta el anochecer, queriendo poner en orden
mis pensamientos, mis estados de ánimo. Pero nada. Tenía a lo mío en la
sangre y lo mío era mi casa, mis pertenencias, mis animales, la familia
que se había quedado atrás, mis amigos, mis vecinos. Sin embargo, pensé
que en algún momento terminaría por adaptarme a mi nueva vida, porque yo
no era un bicho raro, ni un loco, ni un retrasado mental, ni un tipo
fuera de serie, sino una persona normal.

"Un día empecé a sentirme peor. Fue cuando conocí a dos viejos cubanos
que, a pesar de que llevaban viviendo en Estados Unidos más de veinte
años, me confesaron que ni un solo día habían dejado de sentir nostalgia
por su terruño. "Comprendí entonces que conmigo podía ocurrir lo mismo.
Me miré en ese espejo y dije para mis adentros: ¡Solavaya!, me voy pa'l
carajo.

"Ahora, ya en Cuba, algunos vecinos han comentado que estoy loco, que
soy un tonto por no haberme quedado en la Yuma, que soy un bicho raro,
un tipo fuera de serie. Hasta un retrasado mental han dicho que soy.

"No me interesa lo que digan. Lo importante es que ahora, en Cuba,
estoy en mi ambiente, en lo mío, y soy más feliz que una lombriz".

http://www.cubanet.org/articulos/rene-no-cabia-en-tampa/

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