Tuesday, December 9, 2014

Los caballeros del huevo frito

Los caballeros del huevo frito
[09-12-2014 09:47:25]
Alberto Sánchez Martiatu
ICLEP

(www.miscelaneasdecuba.net).- En estos últimos meses del año, cuando la
luz del día es más tenue y se agrega un toque de nostalgia a los
atardeceres, el pensamiento de las personas adelanta al ritmo del
planeta, se desboca. Viajamos de prisa, cerrando temas pendientes;
dejando lo malo detrás.
Somos del criterio que al comenzar un nuevo recorrido las cosas nos irán
mejor. De forma natural, muchas veces sin bases sólidas, aparece la
esperanza. En cualquier oficio, en cualquier contienda humana, tenemos
la ilusión en la cabeza para hacer bonito los lugares. Si no ponemos el
corazón, los latidos suaves del arroyo, se escuchan en blanco y negro.
Así, nos vamos de peregrinos por las fechas. La humanidad está hecha
para esperar el fin de año.

Aunque no tengamos nada, siempre, junto a la almohada, habrá una última
utopía de que la realidad pueda sorprendernos; pues del pasado ya no
esperamos nada, está escrito a sol y piedra.
El hombre vive con un paso de adelanto en el reloj del ahora. Cuando
está por concluir otro año, algo, amorosamente revuelve a la gente,
quizás una hormona social no descubierta.

Algunos, aupados por el poder; otros, con los harapos en la mirada. Lo
anterior, pudiera hasta perdonarse, si todos los niños del mundo
compartieran por igual el nacimiento de Cristo.

En Cuba, la familia suele reunirse. Vienen los hijos de otras provincias
o de otros municipios.

La madre, anfitriona y protagonista del hecho, vuelve a reunir a sus
crías. Vuelve y pone orden como antaño, pero esta vez, como si fuera de
mentiras; con el rostro fingidamente amarrado, caminando sobre brazas de
carbón por la alegría. Es media mañana y ha olvidado peinarse. Los hijos
hacen bromas sobre su cabello ensortijado y ella ríe, parece una niña.

Lo recuerdo, tengo la sensación de que está aquí, ahora, junto a mí;
mirando el teclado de la laptop por encima de mi hombro. Es entonces,
cuando lo tenue de la luz de la temporada navideña se conecta con el
alma humana y entristece, siempre entristece por los que ya no
están. Por tal razón, en Navidad, yo abrazo duro a mi madre imaginaria,
como si estuviera viva, para que nunca se me vaya.

Esa es la familia cubana y ese es nuestro fin de año. No importan las
penurias de todo un periodo, no se escatima en recursos. Aparece el
cerdo asado, al menos, un muslo del animal; los dulces caseros, el
casquito de guayaba, los buñuelos; la yuca con mojo; el insustituible
congrí; etc. Esa es la tradición, es lo que tenemos en la sangre.

Sin embargo, en la actualidad, muchas familias no tienen el privilegio
divino de aquellas costumbres que nos hacen cubanos.

Las madres, abrumadas por el olor asado que tienen en la mente, sufren
cuando miran a los ojos de sus hijos pequeños y no hay nada que poner a
la mesa. Ahí, es cuando estamos a mitad de lo humano y a mitad de lo
divino. Ahí, es cuando se forman las generaciones del futuro, dispuestas
a cambiarlo todo.

Se ha hecho un hábito en los días próximos al fin de año, al menos, en
los pueblos pequeños, surtir con huevos las bodegas. Huevos de venta
liberada, baratos, a sólo 1.10 MN (Moneda Nacional) la unidad. Los
establecimientos comerciales son rellenados hasta el tope. ¡Quién no
tiene pan, como dice el refrán, come casabe! La tradición, la cubanía,
ha quedado para el que tenga dinero.

Es triste para una madre ponerle un huevo frito a su hijo en días tan
significativos. Después, de regreso a la escuela, ante los comentarios
de los amiguitos pudientes, el niño que ha visto a sus padres bajo
tormentos no lo comenta, pero lo sufre. Esto, se lleva para siempre, va
esculpiendo patrones que bordan de vivos colores a la patria.

En ocasiones, cuando estoy detrás de una pared y no sé lo que hay del
otro lado, me abruma la sensación de que el mundo se acaba en ese lugar.
Que lo que queda es imaginación y teorías, que en realidad no hay nada,
sólo un universo vacío, que todo está perdido.

Es en ese momento, que me hago eco de una frase que escuché: " Es mejor
encender una vela que maldecir a la oscuridad ". Se aproxima el fin de
año. De nuevo, llenarán las tiendas de huevos. No hay que temer. Esta
nueva generación de niños sufridos son los caballeros del futuro. Serán
las personas que cambien este país. "Los caballeros del huevo frito".

Source: Los caballeros del huevo frito - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5486b71d3a682e11d4936c86#.VIblSTHF9HE

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