Wednesday, November 16, 2011

Las anormalidades de Liborio

Las anormalidades de Liborio
Miércoles, Noviembre 16, 2011 | Por René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – El artículo de Yudy
Castro Morales publicado el pasado martes en el periódico Granma con el
título Ante el descontrol… apremian soluciones, bajo el epígrafe Hurto y
sacrificio ilegal de ganado mayor, merecía haber profundizado más, pues,
en su mayor parte, se anda por las ramas.

En el texto no se alude a las sanciones draconianas, más largas que las
de un homicidio, que se imponen en Cuba

por sacrificar una res. Tampoco se reconoce que si los cubanos, pese a
esa severidad extrema, inciden con tanta frecuencia en esa conducta
surgida con el socialismo, es para satisfacer una fea costumbre que
adquirieron bajo el capitalismo: la de comer carne.

A lo largo del trabajo se insiste en el concepto de que, en la
desatención a sus respectivas reses, las empresas estatales y los
campesinos particulares se asemejan. Algunas frases reflejan esa tesis:
"La deficiente vigilancia, tanto del sector estatal como de los
propietarios individuales". "La irresponsabilidad de los campesinos ante
el cuidado de su rebaño".

Aunque el órgano oficial del partido único le haya consagrado la octava
parte de su escuálido espacio, parece evidente que el autor o autora del
artículo, o bien no domina las realidades de la producción agropecuaria,
o trata de menoscabar de manera deliberada la labor de los particulares.

Son muy diferentes las ópticas con que enfocan los problemas el simple
peón encargado de un rebaño y el dueño del mismo. Un propietario siente
de manera directa, en su bolsillo, la pérdida de sus bestias. Si alguna
se le extravía, imita al pastor bíblico y abandona cualquier diversión
para buscarla, y mientras no la encuentra y la pone a salvo, ni piensa
en irse a descansar.

Al obrero agrícola promedio, por el contrario, no le preocupa mayormente
el destino de las reses con las que trabaja. No está dispuesto a
renunciar a ver la novela o a compartir con sus amigos para salir en
plena noche o bajo la lluvia a buscar la que se haya atascado en un
lodazal. Le basta con ver al día siguiente el aurero que le indicará
dónde murió el animal, cuya pérdida no le duele, por la sencilla razón
de que no es suyo.

Claro que la propaganda comunista no comparte esos conceptos. Según la
doctrina marxista-leninista, cada uno de esos animales pertenece al
pueblo, y el peón de marras, como obrero consciente y parte integrante
de esa misma propiedad colectiva, debe sentir en carne propia todo lo
que les suceda.

Pese al medio siglo de absoluta ineficiencia vivido bajo el comunismo
cubano, y no obstante los millones de casos concretos en que la realidad
se ha encargado de desmentir la teoría, los fanáticos del "socialismo
científico" siguen aspirando a que los hechos sean no como son, sino
como debieran ser.

Orientándose por esa brújula, quien escribió el trabajo confía en la
"guardia obrera" y "las patrullas campesinas" (tan venidas a menos en
los últimos años), en "los chequeos" de los burócratas y "los mecanismos
de supervisión".

Las críticas fundamentales las dirige a "las vulnerabilidades de los
instrumentos de control", "la insuficiente supervisión y la
superficialidad a la hora de elegir funcionarios y directivos", "la
inexistencia de un sistema de información y conciliación entre
provincias" y "el descontrol lacerante".

Pero reconozcamos que, en medio de tantos lugares comunes, el escrito de
Yudy tiene un grano de racionalidad cuando señala: "También deben
activarse resortes económicos que motiven a los ganaderos a cuidar sus
reses".

Por ahí deben ir los tiros, sólo que, al hacerlo, no es necesario poner
un signo de igualdad entre el "sector estatal" y "los propietarios
individuales". Estos se defienden solos, mientras que al subnormal
Liborio Pérez es preferible reducirle sus pertenencias a la mínima
expresión.

http://www.cubanet.org/articulos/las-anormalidades-de-liborio/

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