Tuesday, November 1, 2011

Cuba, entre el precio del aguacate, el albañil y el salario

Cuba, entre el precio del aguacate, el albañil y el salario
Última actualización Monday, 31 October 2011
Por LEONARDO PADURA

- Las verdades absolutas, ya se sabe, no existen, por más que algunos se
empeñen en querer demostrar lo contrario. Pero el ser humano, por su
naturaleza, necesita creer en algo y para tener ese asidero ha
inventado, a lo largo de la historia, los más disímiles recursos, que
van desde las creencias religiosas hasta los axiomas científicos.

Entre los mecanismos creados por el hombre para acercarse a la verdad y
obtener la confianza que esta reporta, uno de los medios más certeros es
el promedio. Los cubanos, como nación, sabemos mucho de ellos. Por
ejemplo, si alguien dice que un bateador en el beisbol promedia para más
de 300, todo el mundo dirá: es bueno. Y si un pitcher promedia para más
de cinco carreras limpias por juego, el país en pleno sabrá que es un
"explotao" y nadie lo querrá tener en su equipo. En tales casos los
promedios se acercan bastante a la verdad, aunque, como siempre, no la
cubren por completo: el pitcher de marras puede un día tirar un partido
perfecto y salvar a su equipo y el buen bateador puede caer en mala
racha y embarcar al suyo. De eso también sabemos mucho los cubanos.

Hay en la vida cubana actual tres promedios que resultan mucho más
reveladores y dramáticos que todas las estadísticas del beisbol, y que,
en sus proporciones y consecuencias, reflejan diáfanamente cómo se
desarrolla la vida diaria de una parte considerable de la población del
país. Sin duda todos sabrán que, como promedio, un aguacate vale hoy en
día 10 pesos.

También, todos los que hayan tenido que hacer alguna reparación más o
menos grande, más o menos urgente en su casa, saben que, como promedio,
un albañil (que, como promedio, no suele tener y por tanto pagar
licencia para trabajar por cuenta propia) cobra al menos 120 pesos por
"salpicar, resanar, repellar y dar fino" a un metro cuadrado de pared
(150 pesos si es un techo). También sabemos, según los datos de la
Oficina Nacional de Estadísticas, que el salario mensual promedio en las
entidades estatales y mixtas del país andaba hace un año por los 448
pesos, aunque también sabemos que, por miles de vías alternativas, este
promedio de lo que "ganan" los cubanos es de los más engañosos, aunque
no para todas las personas, pues hay ciudadanos que viven de su salario…
En fin, que, como promedio, muchos cubanos ganan 448 pesos mensuales, lo
que equivaldría a disponer de 15 pesos para cada día del mes en un país
donde un aguacate vale 10 pesos y un solo metro de pared repellada el
salario de entre ocho y diez días de un trabajador. Entonces… ¿cuál es
la relación entre la verdad y los promedios?

Desequilibrios patentes

El complejísimo y muy extraño entramado social y económico cubano se ha
montado en las últimas dos décadas sobre una lógica muy peculiar en la
cual las diferencias de posibilidades económicas de las personas no
siempre se corresponde con sus capacidades, su utilidad social, con su
esfuerzo. El origen de esta verdad casi absoluta nos remite, entre otras
causas, a la desproporcionada inflación vivida a partir de los años 1990
y la imposibilidad del Estado de poder paliarla con aumentos salariales
proporcionales, capaces de darle a una libra de carne de cerdo (hoy
entre 25 y 35 pesos, según la calidad) la misma equivalencia económica
respecto al salario que tuvo cuando se vendía a tres pesos la libra.

Estos desequilibrios patentes también guardan relación con otras
cuestiones económicas como el alivio (o la solución de muchos problemas)
que proporcionan las remesas de divisas recibidas por miles de personas
desde el extranjero, o con el trabajo estatal en entidades donde se
maneja moneda fuerte (el turismo y la gastronomía resultan los más
emblemáticos) y el trabajo por cuenta propia (oficial o no), con el cual
muchas veces las rentas de ganancias multiplican los salarios promedios
estatales, como es el caso del albañil antes citado que, en un par de
días, puede "salpicar, resanar, repellar y dar fino" a diez metros de
pared y ganar unos mil doscientos pesos, o sea, casi tres veces el
salario promedio mensual de otros muchos cubanos, y un tercio más de lo
que en ese mismo mes gana un médico especialista en un hospital de la isla…

Tres de las peleas que hoy libra el gobierno cubano están íntimamente
relacionadas con esa problemática álgida y hasta hoy insoluble por
medios oficiales de la falta de relación entre salario y costo de la vida.

Una de esas guerras es la recuperación de la responsabilidad, la
seriedad laboral y la permanencia en ciertas esferas, que en todos los
sectores ha decaído en la misma medida en que descendieron las
posibilidades de vivir con dignidad devengando un sueldo estatal. Esta
situación, que se hace especialmente dramática cuando se concreta en la
fuga de maestros hacia otros sectores más rentables, o de médicos que
abandonan el país, representa una pérdida invaluable de talento
especializado e, incluso, se refleja en la baja de la calidad de los
servicios y producciones que todos podemos haber sufrido.

La verdad y los promedios

Otra de las contiendas está dirigida hacia la reubicación laboral de
muchos ciudadanos a los que hoy se les alienta por la opción del trabajo
por cuenta propia, mediante el cual las personas por lo general
consiguen mejorar sus finanzas e, incluso, aportan una parte de sus
ganancias al Estado por la vía impositiva sin que el Estado le dé otro
beneficio (salvo en la agricultura) que el permiso para ejercer
legalmente esa actividad.

Y la tercera y más compleja es la lucha contra la corrupción en todos
los niveles: desde las más altas estructuras de ministerios y empresas,
varios de cuyos casos han sido medianamente difundidos en los medios
cubanos (las causas judiciales y las condenas, pero sin que se conozcan
muchos de los detalles de esas actividades ilícitas), hasta la más común
y muy extendida del robo de todo lo que sea robable por parte de
administradores de locales y simples trabajadores.

Cada una de estas batallas está profundamente relacionada con las otras
pues sus causas y manifestaciones son de carácter económico, más que
moral. El verdadero dilema llega cuando un trabajador o un jubilado que
vive de lo que le paga el Estado debe enfrentar las circunstancias
cotidianas de la vida real, donde no solo el aguacate vale diez pesos o
el albañil cobra lo que cobra, sino, por ejemplo, el empleado de un
"consolidado" estatal donde se reparan televisores Panda le dice al
cliente que el "consolidado" no tiene la pieza que vale 15 pesos
cubanos… pero un amigo se la puede conseguir en 20 pesos convertibles, o
sea, el monto mensual de un salario promedio cubano por lo que,
oficialmente, vale un día de ese salario.

¿Cómo será posible ajustar la verdad de todos los días con los
promedios? ¿Se recuperará el valor del trabajo con salarios
insuficientes? ¿Se eliminará la corrupción con medidas policiales y más
auditores y vigilantes?

Difíciles cuestiones para los encargados de pensar en ellas y, alguna
vez, dar las respuestas que espera el trabajador o el jubilado que pasa
por frente al dichoso aguacate de 10 pesos y le dice adiós, y sigue de
largo pensando en cómo arreglar el día sin un aguacate y en cuándo podrá
arreglar los desconchados del techo de su casa.

http://cafefuerte.com/2011/10/31/cuba-entre-el-precio-del-aguacate-el-albanil-y-el-salario/

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